Cuando evaluamos la calidad de un vidrio aislante, la claridad de observación se convierte en un factor crucial. A pesar de sus numerosos beneficios, estos vidrios no están exentos de posibles defectos que pueden afectar su transparencia y la experiencia visual. Es esencial comprender las condiciones de observación para identificar y evaluar posibles imperfecciones que podrían surgir en el vidrio aislante, y saber diferenciar qué son defectos y qué no.
En primer lugar, las hojas deben examinarse para la transmisión y no para la reflexión. Imagina que estás revisando la calidad de un vidrio que se utiliza, por ejemplo, en un microscopio. En lugar de enfocarte en cómo la superficie del vidrio refleja la luz (es decir, la imagen que podrías ver reflejada en el vidrio), el énfasis debe estar en cómo permite que la luz pase a través de él.
¿Por qué es importante esto? Porque en aplicaciones como la observación microscópica, lo esencial es que la luz pase a través del vidrio sin distorsiones ni pérdidas significativas, permitiéndote ver claramente lo que estás observando, en lugar de que la luz se refleje y pueda afectar la calidad de la imagen.
Las UVAS deberán observarse a una distancia superior a 3 m desde el interior hacia el exterior y con un ángulo de visión lo más perpendicular a la superficie del vidrio como sea posible. La duración de la observación no debe ser superior a un minuto por m2. Cualquier examen se tiene que llevar a cabo en condiciones de luz natural difusa, por ejemplo, un día nublado, sin luz directa del sol ni de luz artificial.
Para que la observación cumpla con la normativa, queda prohibido marcar cualquier incidencia o discrepancia que se pueda ver a corta distancia del vidrio. Para los exámenes exteriores, deberán realizarse una vez las UVAS ya estén instaladas, a 3 m de distancia y con un ángulo de visión lo más perpendicular a la superficie del vidrio como sea posible.